
En este espacio, donde el susurro del atardecer se mezcla con la bruma de un fuego crepitante, el esplendor de lo efímero se manifiesta. Aquí, la opulencia de un sofá de terciopelo y la frialdad de un cabrito son un recordatorio irónico: la belleza es solo un espejismo en un mundo de sombras.
En este espacio, donde el susurro del atardecer se mezcla con la bruma de un fuego crepitante, el esplendor de lo efímero se manifiesta. Aquí, la opulencia de un sofá de terciopelo y la frialdad de un cabrito son un recordatorio irónico: la belleza es solo un espejismo en un mundo de sombras.